En la isla de Fuerteventura viven cuatro especies de reptiles, el perenquén majorero, una especie de gecko endémico de las islas orientales del Archipiélago Canario; el lagarto atlántico, una lagartija igualmente endémica; el lagarto canarión, un gigante introducido por el trafico de mercancías entre islas hace unos pocos años en el barranco de La Torre, y una de las más raras joyas herpetológicas de Europa, la lisa majorero un autentico dinosaurio viviente.
Lisa Majorera (Chalcides simonyi)
La Lisneja o Lisa Majorera (Chalcides simonyi) es una especie endémica de las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En esta última isla está confinada a los alrededores de Haría y los riscos de Famara. Está presente también, aunque es muy rara, en Lobos; y se han encontrado restos de la especie no muy antiguos en la Graciosa. Sus hábitos tímidos y su rareza hacen de ella una especie muy escasa y difícilmente localizable. En Lanzarote es extraordinariamente rara y su presencia no pudo ser confirmada hasta el año 1998. En Fuerteventura es algo más común, pero su distribución está fuertemente fragmentada y asociada a suelos evolucionados. Se sabe que en los últimos siglos se ha extinguido en las fachadas orientales de Fuerteventura y Lanzarote, en las montañas de Jandía y en la Graciosa.
La Lisneja es de gran tamaño, llega medir hasta 30 centímetros de longitud total. Posee una cabeza robusta bien diferenciada del cuello. El cuerpo es circular y las extremidades cortas. La coloración general es marrón oscuro con alineaciones longitudinales de ocelos más claros. El hocico es algo rojizo.
Por su rareza y su timidez es una especie poco conocida. Puede decirse sin embargo que es preferentemente diurna y que, aunque parece permanecer activa casi todo el año, presenta picos de actividad en los primeros meses de primavera. La época de parto tiene lugar en verano, alumbrando entre cinco y siete crías. Se alimenta de babosas, caracoles, insectos, frutos y flores.
Hoy en día se encuentra muy amenazada por el uso de venenos en la agricultura, la transformación de los terrenos agrícolas, la presencia de depredadores introducidos como gatos, perros y ratas, y la perdida de hábitat en general.