La pardela cenicienta atlántica (Calonectris borealis) es el ave marina más abundante de las islas Canarias, todo un símbolo de la calidad ambiental de nuestras aguas. Muchas personas la conocen por sus cantos nocturnos, pero pocos conocen su enigmática vida. Aquí les contamos como identificarla y algunos de los secretos de su ciclo de vida.
Es un ave de mediano tamaño, con alas largas que suele llevar empujadas hacia delante y suavemente arqueadas en el vuelo. Las partes superiores son parduscas ligeramente jaspeadas de pardo grisáceo, con la base de la cola algo más pálidas. Las partes inferiores son de color claro, blancas, con rebordes de las alas oscuras. En la cabeza, la garganta es blanca y los francos y partes superiores oscuras siendo más intenso en los bordes de los ojos. Patas de color rosa y pico robusto de color amarillento.
Se distribuye por islas, islotes y algunas zonas costeras del mediterráneo y los Archipiélagos de Azores, Madeira, Salvajes y Canarias. Además de algunos islotes de la costa atlántica portuguesa. En Canarias es una nidificante estival, se reproduce en todas las islas e islotes, incluidos Fuerteventura y Lanzarote.
Vive en alta mar y zonas pelágicas de los canales entre las islas. Durante la época de cría puede ser observada volando al atardecer cerca de la costa.
Es un ave muy sociable y colonial, forma grandes concentraciones, en ocasiones de varios millares de aves. De hábitos pelágicos, pasa gran parte de su vida volando generalmente en alta mar en busca de alimento. Se alimenta de pequeños peces, cefalópodos y crustáceos. Puede ser observada formando bandos mixtos con otras aves marinas. Cuando se alimenta puede llegar a sumergirse hasta 10 metros de profundidad en busca de sus presas.
Ubica sus nidos bajo piedras, madrigueras abandonadas, tubos volcánicos, bajo arbustos densos y oquedades. Además en ocasiones construye galerías, en laderas de acantilados costeros y barrancos. El periodo de cría comienza en mayo y dura hasta octubre, fechas en las que incuba entorno a 45 días un sólo huevo, normalmente eclosiona a finales de julio. El pollo es cebado alrededor de 90 días, por ambos miembros de la pareja.
Después de la cría y durante los primeros años no reproductores migran por todo el océano Atlántico. Volviendo a tierra a copular, limpiar y preparar los nidos y a criar, pudiéndose detectar presencia de aves desde febrero hasta mediados de octubre-noviembre. En sus visitas nocturnas a las áreas de cría se le suele detectar fácilmente al escuchar su característico sonido <<guaña – guaña>>.